Secretos del baño japonés: etiqueta masculina y femenina, agua viva y muerta, rotenburo. Parte 3

La onsenología japonesa clasifica las aguas termales en varios tipos según la temperatura del agua:

- frío (25-34 grados Celsius);
- caliente (34-42);
- hipertermal (a partir de 42 grados centígrados).

Las aguas termales mejoran los procesos metabólicos en el cuerpo al estimular la circulación sanguínea, normalizar la motilidad intestinal y la actividad de otros órganos del tracto gastrointestinal. Además, visitar un onsen mejora el estado de los riñones, la piel y los tejidos internos.
El calor actúa sobre el cuerpo como analgésico y sedante natural. Debido a esto, la hipertonicidad muscular disminuye, la elasticidad de los tejidos conectivos mejora, la inmunidad aumenta y el sistema endocrino se normaliza.

Es de destacar que en Japón se presta mayor atención al indicador de acidez del agua mineral. En las regulaciones locales, incluso hay un tipo separado: sansei-sen (agua ácida). Según la cantidad de ácido y álcali, existen seis tipos de agua mineral:

- fuertemente ácido y ácido (álcali menos de 2,0 y de 2,0 a 3,0, respectivamente);
- ligeramente ácido y neutro (pH 3-6 y 6-7,5, respectivamente);
- ligeramente alcalino (7.5-8.5);
- alcalino (desde 8,5).

Las fuentes fuertemente ácidas y ácidas contribuyen a la coagulación de las proteínas, al engrosamiento de la epidermis debido al efecto bronceador de la piel y tienen un efecto antibacteriano.

Débilmente alcalinos y alcalinos aumentan la elasticidad de la piel.

Después de bañarse en todo tipo de manantiales, se recomienda tomar una ducha. Esto ayudará a eliminar el efecto de la piel resbaladiza después de la exposición a álcalis o evitará la irritación de la piel después de la exposición al ácido.

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