Descansar en Koh Samui promete muchas impresiones y recuerdos agradables. Esta isla es conocida por sus balnearios, una gran cantidad de lugares de culto y atractivos naturales únicos.
Una de las estatuas más famosas de la isla es el Buda de 12 metros de altura, que se encuentra en la colina de una pequeña isla cerca de Koh Samui. Puede llegar aquí por un camino suelto, y una gran escalera grande con 60 escalones, dividida en tres niveles, conduce a la estatua en sí. A continuación se encuentra el templo de Pra Yai, y cerca está la sala de donaciones. Al mismo tiempo, el nombre del benefactor permanecerá grabado para siempre en los azulejos de uno de los templos recién erigidos, para los que se están recaudando fondos.
Otro templo impresionante en Samui es Wat Plai Laem. Este es uno de los lugares emblemáticos más brillantes de la isla, que se incluye en todos los programas de excursiones alrededor del complejo.
El templo tiene contornos eclécticos, que no siempre corresponden estrictamente a los cánones de la arquitectura religiosa del budismo. Se encuentra cerca del lago artificial del mismo nombre con tres islas. Lo más destacado de este lugar es la estatua de la diosa china de la misericordia Gaun Yin, que alcanza una altura de 12 metros, así como la imagen escultórica del Buda riendo, que a menudo aparece en figurillas de recuerdo.
El templo de Bophutaram con una estatua del monje Luang Po Tuad tiene una apariencia inusual. La estructura tiene la forma de un barco gigante, sobre el que se eleva una estatua sentada de un monje de material oscuro.
Esta composición arquitectónica no fue elegida por casualidad. Los hechos reales sirvieron como prototipo del proyecto. En una familia pobre y piadosa, nació un niño que, desde la niñez, absorbió el conocimiento sagrado de sus padres y luego de los maestros en diferentes templos. Pero un día, este niño, al darse cuenta de que había aprendido todo lo que sus mentores sabían, se embarcó en un viaje a la capital de Siam Ayutthaya. En el mar, el barco sufrió una fuerte tormenta y luchó contra los elementos durante muchos días, después de lo cual perdió completamente su rumbo. No había comida ni agua a bordo, y la supersticiosa tripulación del barco concluyó que un monje desconocido (el mismo niño) era la causa de todos los problemas. El equipo decidió lidiar con el compañero de viaje, pero él se sentó en el borde de la cubierta y comenzó a rezar, con una pierna colgando en el agua. Mientras el monje oraba, la tormenta amainó gradualmente y los marineros se quedaron paralizados de asombro.
Después de terminar la oración, el monje les dijo a los marineros que llenaran los baldes con agua de mar. Para sorpresa del equipo, el agua del mar estaba fresca. Y el resto del camino el barco pasó sin aventuras desagradables en completo silencio.