En Rusia, como, de hecho, en otros países del espacio postsoviético, no hay tantas ciudades donde haya una enorme capa de valores culturales e históricos como en Sebastopol. Aquí puede encontrar lugares para cualquier interés: estos son monumentos antiguos y símbolos de gloria militar, rincones naturales únicos y arquitectura única. Cada calle aquí lleva el nombre de figuras prominentes y héroes ilustres, convirtiendo los acontecimientos en los anales de la ciudad y de todo el país.
El símbolo de Sebastopol es un monumento a los barcos hundidos. La estela, que se eleva sobre una roca artificial, se encuentra justo en el mar. Fue en este punto en 1854-55 que las tropas rusas inundaron el barco para bloquear el camino de la flota enemiga.
El verdadero tesoro de la antigüedad es el complejo Tauric Chersonesos. El asentamiento fue fundado en el siglo V a. C. Una vez fue una política griega rica y de rápido desarrollo. Hoy, las ruinas antiguas son un museo al aire libre donde puedes pasear por las calles antiguas, ver artículos antiguos del hogar, monedas y otros artefactos. Aquí hay otro símbolo de Sebastopol: la campana brumosa.
Además de su valor arquitectónico y arqueológico, Chersonesos también es un monumento espiritual. Después de todo, fue aquí donde el príncipe Vladimir se convirtió al cristianismo. Este evento se inmortaliza dentro de los muros de la Catedral de Vladimir, ubicada junto a las ruinas antiguas.
Los que llegan a Sebastopol desde el mar son recibidos por Grafskaya Marina, adyacente a otra ubicación importante: la plaza Nakhimov. Hace dos siglos había un muelle de pesca. Y hoy es uno de los puertos más grandes del Mar Negro. Lo más destacado del puerto deportivo es una doble columnata, decorada con antiguas estatuas de mármol.
La plaza del almirante Nakhimov es el centro cultural de Sebastopol, donde se concentran una gran cantidad de atracciones: teatros, monumentos y museos.
Uno de los museos más importantes de la ciudad es el Panorama "Defensa de Sebastopol", donde unas pinturas únicas, que miden 14 por 115 metros de tamaño, revelan la trama de la famosa batalla en Malakhov Kurgan en 1855. La singularidad de la exposición radica en el hecho de que la producción del sujeto, que consiste en barricadas, pistolas y otros objetos, se transforma suavemente en una pintura que, con la ayuda de una iluminación especial, pudo convertirse en parte de la situación, con la incapacidad de distinguir la imagen de los diseños reales. Por cierto, Malakhov Kurgan hoy también es un museo al aire libre, donde la historia de los años de guerra cobra vida.