La acogedora ciudad de feria de San Candido se encuentra en el Tirol del Sur, en la frontera con Austria (provincia de Alto Adige). Los pintorescos alrededores del Valle Puster, la abundancia de hoteles pintorescos, áreas protegidas y los paisajes únicos de los Dolomitas hacen de este lugar un destino turístico popular.
La gente viene aquí para respirar el aire fresco de la montaña, tomar hermosas fotos, familiarizarse con las tradiciones y la cocina locales, que ya están lejos de la italiana y tienen matices de la cultura austriaca. En el verano, se lleva a cabo un Festival Histórico en el territorio del asentamiento, donde se pueden ver diversiones populares, bailes, canciones y música.
En San Candido, el alemán es el idioma principal que se habla. Y el territorio donde hoy se encuentra San Cándido fue habitado por ilirios incluso antes de nuestra era. Más tarde, los celtas vivieron aquí, seguidos por los romanos, que convirtieron estas tierras en un puesto militar.
Los romanos fundaron el Littamum rápido aquí. Y esas tierras que hoy son el centro histórico se desarrollaron alrededor del monasterio del duque Tassilo III y el obispo Freising. El monasterio fue construido con un propósito defensivo, para repeler los ataques de tribus paganas. Hasta principios del siglo XIX, cuando se abolió la ley feudal, los territorios de San Cándido formaban parte del principado de Freising.
Hoy, San Candido es una ciudad encantadora con un entorno impresionante. Uno de los principales atractivos es la antigua iglesia catedral, construida en 1043 en estilo románico. El edificio reemplazó al monasterio benedictino que existía aquí antes. La decoración principal de la iglesia es un enorme campanario cuadrado, dentro del cual se conservan un crucifijo de madera único y frescos antiguos.
Otra iglesia en el territorio de San Cándido pertenece al monasterio franciscano. Fue construido en el siglo XVII y lleva el nombre de Saint Michel. Dos capillas de Altotting y el Santo Crucifijo, de estilo barroco, datan del siglo XII.
Los hoteles locales merecen una atención especial. Ofrecen acogedoras habitaciones con vistas inimaginables desde ventanas, terrazas y balcones, deliciosa gastronomía y excelente servicio. En el territorio de uno de ellos (Grand Hotel Wildbad) hay incluso manantiales de azufre curativos, cuyo agua se ha utilizado con fines medicinales desde la antigüedad.